Introspección

Echando la vista atrás, observó como aquellos ojos emitían una alegría forzada. Siempre había tenido unas pupilas tan expresicas como su sonrisa inconfundible, que inundaba de luz cualquier habitación. No era la más bella del lugar, aunque siempre le decían tenía “ángel”.

Hoy cuando la madurez se supone que está en mayor momento de plenitud, está absorta. Estaba haciendo una mirada introspectiva, ahora que el tiempo se le escapaba de las manos y esa era una tarea muy ardua.

Siempre tuvo un aire de melancólica,  soñadora, y la sensación de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Era menuda, como se le tornaba a ella el día, pero su tenacidad le había hecho comerse el mundo. Aunque por un tiempo su vivaz espíritu había desaparecido, dejando paso a las preocupaciones, a la sensación de no hacer nada, a la inexpresión, a la desesperanza. La creatividad fulminosa se había evaporado y su mundo se había desmoronado como un castillo de naipes..

No todo a su alrededor era tan abrumador; después de algunos desengaños en temas amorosos, había encontrado a su actual pareja, con la que se mimetizaba a la perfección, formando su peculiar familia, sin hijos, pero con animales. La relación fue tormentosa en sus comienzos, pero el empeño hizo que se sortearan los baches ocultos en su camino.

Poco a poco esa sensación de anulación, de estar ausente se iba evaporando. Decidió tomar de nuevo las riendas de su vida, dado que después de la facultad huyó de todo lo que le rodeaba y murió un poco durante casi diez años.

Sólo era cuestión de tiempo y dedicación hacer que emanara de nuevo su ser y hacer hilvanar letras inconexas para mirar hacia su interior.

Hoy, antes de que el último rayo de sol se funda en el horizonte y su alma vuele junto a su amado, echa la mirada atrás y sonríe, viendo como cual ave fénix resurge de las ascuas que quedan y vuela en libertad junto a la persona que amó.